¿PANTALLAS EN MOMENTOS DE ESTRÉS?

 


El “chupete emocional” digital

¿Solución o pérdida de oportunidad?

A lo largo de los años he acompañado y observado muchas familias enfrentarse a esas escenas tan comunes como intensas: una rabieta en plena calle, el llanto insistente en un restaurante, la inquietud durante una espera en la consulta del pediatra o el aburrimiento en una parada de autobús.

Lo comprendo. No como simple espectadora, sino desde dentro.
Soy madre de familia numerosa y he vivido muchos de esos momentos. Sé lo que se siente: el calor que sube al rostro, las miradas ajenas, el deseo urgente de “resolver la situación”. Es normal sentirse agobiada, estresada o superada.

Y lo cierto es que no hay recetas mágicas. Nadie nos entrega un manual con instrucciones para lidiar con una rabieta pública o para lograr que un niño pequeño permanezca sentado sin protestar. En esos instantes, lo más fácil —y tentador— es ofrecer una pantalla: ese "chupete emocional" que garantiza silencio inmediato.

Porque sí, funciona.
📱 El llanto cesa.
📱 El “me aburro” desaparece.
📱 La inquietud se apaga.
Y volvemos a tener el control... al menos por unos minutos.

Pero, ¿a qué precio?

La comodidad momentánea puede ocultar una gran pérdida a largo plazo. Porque cuando recurrimos sistemáticamente a la pantalla como solución rápida, le estamos quitando al niño la posibilidad de aprender a manejar sus emociones por sí mismo.

Y con ello le negamos aprendizajes esenciales para la vida:

  • Saber esperar sin angustia

  • Tolerar la frustración

  • Buscar alternativas al aburrimiento

  • Escuchar, observar, conversar

  • Ser paciente, templado y autónomo emocionalmente


🧠 Las pantallas calman, pero no educan

En esos momentos de tensión, lo más educativo no siempre es lo más fácil. Pero tal vez la pregunta no sea “¿cómo hago para que deje de llorar?” sino:

👉 ¿Qué puede aprender mi hijo de esta situación?
👉 ¿Cómo puedo acompañarlo sin apagar sus emociones, sino ayudándole a reconocerlas y gestionarlas?

Tal vez podríamos ofrecer un pequeño libro, un juego de mesa de bolsillo, una conversación, o simplemente… nada.
Sí, nada: permitir que se aburra, que observe, que escuche, que mire, que se conecte con su entorno. Que deje volar su creatividad e imaginación sin la anestesia de una pantalla.


🌱 Aburrirse también educa

Educar no es evitar el conflicto, sino acompañar en él con presencia, paciencia y propósito.

Porque cada momento difícil bien gestionado es una semilla sembrada para que el niño crezca más autónomo, más resiliente, más conectado consigo mismo y con los demás.


¡Démosles la oportunidad de sentirse, frustrarse y crecer!

Demos permiso para que lloren.
Para que se aburran.
Para que esperen sin estímulos artificiales.
Porque cada pequeño instante de incomodidad puede ser un paso hacia la madurez emocional.

Y porque cuando les damos el camino fácil, les quitamos la posibilidad de descubrir cuánto pueden lograr por sí mismos.

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